Nunca dudé en ir allí donde mi curiosidad me llamaba.
De buena gana fui a donde había peligro en la belleza y belleza en el peligro.
Como presagiasteis, he tenido gran cantidad de experiencias. Muchas fueron deliciosas, otras instructivas, unas cuantas ojalá me las hubiera evitado. Pero las tuve, y aún las tengo en la memoria.
Si mañana mismo he de ir a mi tumba, no será ésta un agujero negro y silencioso. Puedo pintar la oscuridad de brillantes colores y llenarla con música marcial o lánguida; con el centelleo de las espadas y el susurro de los besos; con sabores, emociones y sensaciones; con la fragancia de un campo de tréboles calentado al sol y regado por una lluvia amable, la cosa de más dulce aroma que Dios puso sobre esta tierra.
Sí, puedo animar la eternidad. Otros quizá tengan que soportarla; yo puedo disfrutar de ella. Por eso os doy las gracias.
Clara Serrano
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