y dado que fue así, se le dotó de inmenso poder.
La palabra, con capacidad para crear
pero también para matar.
El poder de infligir daño y el poder de curar.
Las palabras crean conciencia,
articulan el pensamiento
y determinan el sentimiento y la acción,
en uno mismo y en los demás.
Piensa o reprime primero la palabra,
porque una vez dicha,
la conciencia de la situación
en uno y otro lado
en uno y otro lado
ya estará perfilada
y la acción determinada.
Cuando no llega rectificación de lo dicho,
hay que concluir que se siente lo que se dijo.
Clara Serrano
8 de junio de 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario