Apagado y silencioso,
en cada invierno que le depara,
mi corazón, un árbol,
ante la dura escarcha
cruje como sus hojas,
que un día, enternecidas y
Curiosas por descubrir, florecieron .
Alborozado e inquieto,
renacerá ante una primavera
sin importarle ya el hielo,
gustoso de entregarse a ella,
maravillado y gozoso de verla
Como si fuera, siempre, la primera.
Clara Serrano